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«PARADIES: HOFFNUNG (PARAÍSO: ESPERANZA)» - ULRICH SEIDL

«Paraíso: Esperanza» - Ulrich Seidl
Título original: Paradies: Hoffnung (Paraíso: Deseo)
Año: 2013
Duración: 91 min.
País: Austria
Dirección: Ulrich Seidl
Guión: Ulrich Seidl, Veronika Franz
Fotografía: Edward Lachman, Wolfgang Thaler
Reparto: Melanie Lenz, Joseph Lorenz, Verena Lehbauer, Michael Thomas, Viviane Bartsch, Johanna Schmid, Maria Hofstatter, Rainer Luttenberger, Hannes A. Pendl
Productora: Coproducción Austria-Francia-Alemania

Tercera película de la trilogía Paraíso, de Ulrich Seidl (junto a Amor y Fe).
Melanie (Melanie Lenz), una adolescente de trece años con problemas de sobrepeso, es la protagonista de la película. Su madre, Teresa, se encuentra de vacaciones en Kenya (tal y como vemos en Amor), y es su tía Anna Maria, una fanática católica (la protagonista de Fe), la que lleva a Melanie a pasar las vacaciones en un campamento dietético ubicado en la campiña austriaca, con la intención de hacerle perder unos kilos.
Es justamente en ese campamento, rodeada de otros adolescentes obesos, regido por una disciplina casi militar y bajo la atenta mirada de un puñado de adultos empeñados en ahormar los imperfectos cuerpos (en las películas de Seidl los cuerpos no suelen ser normativos) y voluntades de los chavales, donde transcurre la mayor parte de Esperanza. Ejercicio físico, mucho deporte, revisiones médicas, charlas y vídeos sobre alimentación saludable impartidos por adultos de cuerpos saludables. Luego, en la intimidad del dormitorio compartido, Melanie y sus compañeras intercambian confidencias sobre el amor, el sexo, despotrican de sus padres, hacen peleas de almohadas, beben alcohol, fuman o incursionan en la cocina para robar comida.
En una de las revisiones médicas, Melanie conoce al doctor Joseph (Joseph Lorenz), un hombre entrado en años pero todavía atractivo cuyas revisiones parecen juegos infantiles, como cuando prueban a auscultarse recíprocamente, el uno a la otra y con el torso descubierto, para ver cómo suenan sus corazones. La adolescente no tarda en enamorarse de Joseph. Se trata de un amor ingenuo, puro, pero también imposible, pues uno no puede escaparse de las normas sociales, de la misma manera que uno tampoco puede comer lo que quiere en el campamento dietético. Pese a ello, Melanie tiene la esperanza de ser correspondida en algún momento por Joseph, sin importarle la diferencia de edad y otros prejuicios.
La visión de Seidl sobre el género masculino es bastante pesimista en general (un ejemplo muy claro es su filme de 2001, Dog Days, titulado Canícula en su versión española): los hombres son a menudo maltratadores, explotadores sexuales, violadores potenciales… Tal vez por ello las protagonistas de las tres partes de la trilogía son mujeres. A diferencia de las otras dos películas del tríptico Paraíso, en Esperanza el protagonista masculino, el doctor Joseph, no adolece de esos comportamientos, sino que es más bien un tipo de maneras amables, respetuoso, del que ignoramos su situación sentimental y al que de lo único que se puede culpar es de un comportamiento ambiguo respecto a Melanie, dudando entre entregarse o no a la atracción que siente por ella. Buena muestra de este comportamiento errático e indeciso es esa hermosa secuencia del final, con ambos protagonistas en medio de un bosque, entre la niebla, yaciendo sobre la hierba, y que explica la película con ese final ambivalente.
En lo que sí coincide Esperanza con las otras dos cintas es en esa visión desesperanzada de la vida, donde la búsqueda del amor (un amor bastante idealizado) se revela imposible en cualquiera de sus formas, ya sea el amor en la edad madura, el amor a Dios o el primer amor.
Esperanza es, a mi juicio, la película menos interesante de la trilogía; la menos provocadora y más alejada de la pornografía social habitual en el autor, también la más cercana a la narrativa convencional. Uno podría pensar que quizás se ha operado un cambio de tendencia en la filmografía del director. Por fortuna, las películas Im Keller (En el sótanoy Safari, rodadas después, nos devuelven al Seidl provocador y perturbador.

«PARADIES: GLAUBE (PARAÍSO: FE)» - ULRICH SEIDL

«Paraíso: Fe» - Ulrich SeidlTítulo original: Paradies: Glaube (Paraíso: Fe)
Año: 2012
Duración: 113 min.
País: Austria
Dirección: Ulrich Seidl
Guión: Ulrich Seidl, Veronika Franz
Fotografía: Wolfgang Thaler, Edward Lachman
Reparto: Maria Hofstatter, Nabil Saleh, Natalya Baranova, Rene Rupnik, Daniel Hoesl, Dieter Masur, Trude Masur
Productora: Coproducción Austria-Suiza-Francia-Alemania; Tat Film / Filmfonds Wien / Land Niederoesterreich / WDR / Arte France Cinema / Ulrich Seidl Film Produktion GmbH / ORF Film/Fernseh-Abkommen / ARD Degeto Film / Coproduction Office

Segunda parte de la trilogía Paraíso de Seidl, junto a Amor y Esperanza. Al igual que en el resto del tríptico, la protagonista de Fe es una mujer que busca la realización personal durante su periodo de vacaciones.
Anna Maria (Maria Hofstätter), que ya aparecía brevemente en Amor, es una especialista en rayos X, acostumbrada a mirar en el interior de los cuerpos humanos. Vive sola y su única afición es el amor a Dios. Regularmente se flagela mientras reza frente a una cruz, escucha Radio María, tiene un grupo de oración que anhela convertir a toda Austria al catolicismo, incluso dedica parte de sus horas libres a visitar hogares, regalando esculturas de la Virgen María y tratando de convertir a sus moradores, esos personajes secundarios que en la filmografía de Seidl suelen ser auténticos freaks. Su casa está repleta de una parafernalia religiosa (cruces, retratos del Papa, vírgenes, rosarios, agua bendita) por la que la protagonista siente un cierto fetichismo. Un día, al regresar a su casa, se encuentra con Nabil (Nabil Saleh, un actor no profesional), su marido, un musulmán egipcio condenado a una silla de ruedas por un accidente, que quiere volver a vivir con ella. La nueva situación generará toda una lucha de religiones dentro del hogar, no exenta de episodios violentos y de situaciones en las que uno no sabe muy bien si reír o llorar, o ambas cosas a la vez.
La fe de Anna Maria es ante todo una fe ciega, un fanatismo que nace de la absoluta certidumbre de que la religión que practica (la católica) es la buena, la auténtica, la verdadera, y es por tanto superior también a todas las demás. Su certeza es tan fuerte que Anna Maria no duda en emprender su particular cruzada en una Austria que percibe moralmente decadente (en la que cerca de un 60% de austriacos se declara católico), donde es posible encontrarse en un parque, tal y como le sucede a la protagonista, una orgía de cuerpos desnudos fornicando en mitad de la noche. Por lo que a Nabil se refiere, no le va a la zaga en la práctica de sus ritos religiosos musulmanes. A pesar del amor que ambos profesan por sus dioses respectivos y de la bondad de sus creencias, son también capaces de desplegar una malvada crueldad el uno contra el otro, hasta el punto de acabar convirtiendo la casa en un infierno terrenal y claustrofóbico, escenario de un fundamentalismo religioso y un choque de civilizaciones similares, aunque a pequeña escala, a los que a veces contemplamos en nuestras sociedades.
«Paraíso: Fe» - Ulrich Seidl
Junto a la fe encontramos la represión sexual que a menudo dicha fe conlleva y que provoca que el apetito sexual se acabe desbordando y adoptando formas extrañas de realización. En el caso de Nabil, el apetito que siente por su mujer se ve coartado por la imposibilidad física de su paraplejia. Por su parte, Anna Maria no quiere que su esposo vea la televisión por estar llena de tentaciones sexuales. Procura evitar a Nabil y se escapa como puede de sus intentos por hacerla suya, pues ella sólo es capaz de entregarse a Dios, incluso en un sentido físico, llevada por la atracción oscura que al mismo tiempo siente por él.
Seidl se vale de sus armas habituales (recogidas en su «método»): mezcla de actores profesionales y no-profesionales; diálogos y situaciones más o menos improvisados que dotan de gran credibilidad a las escenas; localizaciones originales, con una atmósfera entre cutre y anticuada; «cuadros Seidl», con esas tomas estáticas donde los personajes miran a la cámara; ausencia de un guión cerrado...
Fe contiene un par de secuencias bastante explícitas que llevaron a parte de la prensa italiana a tildarla de blasfema después de su pase en el Festival de Cine de Venecia.

«PARADIES: LIEBE (PARAÍSO: AMOR)» - ULRICH SEIDL

«Paraíso: Amor» - Ulrich SeidlTítulo original: Paradies: Liebe (Paraíso: Amor)
Año: 2012
Duración: 121 min.
País: Austria
Dirección: Ulrich Seidl
Guión: Ulrich Seidl, Veronika Franz
Fotografía: Edward Lachman, Wolfgang Thaler
Reparto: Margarete Tiesel, Inge Maux, Peter Kazungu, Gabriel Mwarua, Carlos Mkutano
Productora: Coproducción Alemania-Francia-Austria; Société Parisienne de Production / Tatfilm

Amor se abre con una perturbadora secuencia en un parque de atracciones, en la que vemos a un grupo de discapacitados, acompañados por sus cuidadores, subidos en coches de choque dándose golpes unos contra otros, entre excitados y asustados. Teresa (Margarethe Tiesel), una de las cuidadoras, es una mujer austriaca entrada en años, madre de una taciturna adolescente con la que guarda una relación distante. Teresa no tiene pareja y se halla en una edad en la que es difícil encontrar un hombre que la pueda querer. Como ella misma dice, sus carnes se caen y eso no gusta a los hombres, algo que, por cierto, la publicidad y la televisión se encargan de recordarnos todos los días. Decide tomarse unas vacaciones para cambiar de aires, y viaja a Kenya, donde descubre, entre idílicas playas de arenas finas y aguas transparentes, todo un paraíso de africanos jóvenes, poseedores de atléticos cuerpos de ébano, dispuestos a acostarse con ella sin importarles la edad o la apariencia física (Hakuna Matata, no hay problema).
Amor es la primera película de la trilogía Paraíso de Ulrich Seidl (Fe y Esperanza completan la serie). Al igual que en el resto de su filmografía, Ulrich Seidl (al que algunos críticos cinematográficos sitúan dentro de una tendencia oscura y provocadora, por momentos sádica, junto al también austriaco Michael Haneke y el danés Lars von Trier) es muy crítico con el denominado primer mundo. Como es sabido, para que los países desarrollados puedan disfrutar de un alto grado de bienestar es necesario que el tercer mundo viva en un permanente precariado. Una imagen de la película ilustra a la perfección la separación entre esos dos mundos: un plano, casi una foto fija (recurso habitual en Seidl), donde vemos a las turistas blancas tomando el sol en la playa, separadas por una cuerda, vigilada por un guardia, del grupo de africanos ávidos por ofrecerles sus mercancías. La cuerda separa el mundo de los ricos del de los pobres, Occidente de África, los cuerpos carnosos y de piel blanca de los cuerpos magros y oscuros. Si la turista decide abandonar la seguridad del complejo turístico y franquea la cuerda, se verá literalmente acorralada por un enjambre de hombres negros que con su precario conocimiento de otras lenguas y su encanto personal intentarán colocarle todo tipo de objetos o posibilidades de diversión, incluido el sexo. Inicialmente, una sonriente Teresa rechaza cualquier ofrecimiento, pero poco a poco irá dejándose engatusar.
El filme tiene la originalidad de hablarnos del turismo sexual pero desde la perspectiva de la mujer que se acuesta con hombres y paga por ello, un punto de vista menos trillado en el cine. Para ello, no rehuye de la exhibición de los cuerpos y de la carne desnuda, tampoco de los encuentros explícitos. A veces esos pagos son en metálico y por servicio prestado, pero en otras ocasiones esos pagos adoptan maneras más sutiles: ayuda para gastos hospitalarios de un crío ingresado por malaria, dinero para una escuela, invitación a copas o a comer…
El meollo de Amor lo podemos encontrar en una secuencia que transcurre en la playa, donde la protagonista habla con un grupo de turistas austriacas, hedonistas y juerguistas, que acaba de conocer allí, en Kenya. Toman el sol sobre unas tumbonas y hablan sin tapujos sobre amor, sexo, apariencia estética, pertinencia o no de depilarse el vello púbico… A diferencia de sus amigas, Teresa asegura que busca un hombre que le sepa mirar a los ojos, que le escrute el alma; algo que no encuentra en su Austria natal y que tiene más que ver con el amor y la ternura. Como es habitual en el cine de Seidl, una cosa es lo que uno busca y otra muy distinta lo que encuentra, que suele distar bastante del objetivo inicial, y con lo que no nos queda más remedio que contentarnos. De hecho, el cineasta parece bastante escéptico en cuanto a la posibilidad de encontrar amor.
En su primer contacto con un hombre negro, Teresa se muestra reticente a practicar el sexo de una manera fría, deshumanizada y casi animal. Pero habrá más encuentros. A medida que vaya conociendo otros hombres, de esos hombres de la playa simpáticos y amables que la colman de atenciones y que le dicen (en una mezcla de alemán e inglés) que el amor africano no tiene fin, su mirada se tornará más cínica y escéptica, y su búsqueda se irá centrando en algo mucho más prosaico: el sexo como sucedáneo del amor, el placer instantáneo y barato, la diversión inmediata y sin sentido, algo no muy diferente a la secuencia que abre la película, esa en que un grupo de discapacitados se divierten golpeando sus coches unos contra otros.
«Paraíso: Amor» - Ulrich Seidl
Lo que subyace en el fondo de Amor es una crítica al capitalismo y a la capacidad del dinero para comprar voluntades, en este caso para alquilar cuerpos. Ya no es el abuso colonialista del pasado, sino que ahora se llama turismo sexual, algo mucho más civilizado pero que contiene la misma esencia depredadora. Con todo, hay una diferencia que no es baladí: el hombre africano conoce ahora las debilidades del hombre blanco (y de la mujer blanca), es consciente de las posibilidades económicas que tiene su potencia sexual y se dispone a maximizar, tal y como manda el canon capitalista, sus beneficios. Como si tratara de resarcirse de su explotación durante siglos, no dudará en sacarle hasta el último chavo (bajo la amable apariencia de una negociación win-win inserta en una vasta misión humanitaria en la que se intercambia amor por dinero) a la sugarmama europea.
La cinta contiene momentos de humor, muchos de ellos relacionados con las actividades de animación, entre ridículas e infantiles, que acontecen en los resorts turísticos. Memorable resulta la secuencia del cumpleaños de Teresa (constatación inequívoca de que el tiempo pasa, el cuerpo se degrada y la carne se sigue cayendo) en que sus amigas le hacen una fiesta en la habitación del hotel, donde no falta una tarta con velas y el regalo es un striper africano, escuchimizado y no demasiado bien dotado pero dispuesto a todo.

«LIFE IS LIFE» - LAIBACH - VÍDEO NO OFICIAL

... allá por 1985 una banda austriaca llamada Opus sacó un single que fue muy popular: "Live is Life". En 1987 Laibach, una banda eslovena de música industrial, hizo una versión de ese mismo tema. Este podría ser un vídeo de esa versión de Laibach...


«JARDINES EFÍMEROS (ME ACUERDO)» - JAVIER SERRANO SÁNCHEZ

... así empieza la obra Jardines efímeros (me acuerdo), de Javier Serrano Sánchez, ya en librerías y en www.librosdeitaca.com ...


1
… me acuerdo de que en el colegio, en aquellos fríos días
de invierno, algunos de mis compañeros llevaban
puesto el pijama debajo de la ropa…

2
… me acuerdo del pegamento Imedio…

3
… me acuerdo de que cuando tenías una mancha en la cara
tu madre te la quitaba con un dedo mojado de saliva…

4
… me acuerdo de las pelotas azules de Nivea…

5
… me acuerdo de unas pelusas voladoras a las que
llamábamos «molinillos de viento» y que viajaban
suspendidas en el aire. Si conseguías atrapar un
«molinillo de viento», podías pedir un deseo y se te
concedía…

6
… me acuerdo de haberme sentido un delincuente
ante la mirada de la policía…

7
… me acuerdo de los coches de choque,
de la música,
de las luces
y de los tipos duros…


«JARDINES EFÍMEROS (ME ACUERDO)» - JAVIER SERRANO SÁNCHEZ

Ya está a la venta la obra titulada Jardines efímeros, que sigue la estela que dejó el norteamericano Joe Brainard con su original y aparentemente simple obra titulada I remember, editada en 1970, y continuada después por el francés Georges Perec en su libro Je me souviens (1978). «Siento que realmente no estoy escribiéndolo, sino que más bien soy yo el que está siendo escrito. Siento también que trata sobre todos los demás tanto como sobre mí mismo, y eso me agrada», escribía el de Arkansas.
Jardines efímeros es un cajón de sastre de reminiscencias individuales y a menudo colectivas, generacionales a veces (de esa generación que nació a finales de los 60), un collage de fogonazos que comienzan con el evocador «… me acuerdo…», una miscelánea de recuerdos que remiten a distintas épocas y lugares, recuerdos a veces tristes, incluso trágicos, y otras divertidos; una mixtura de personas y personajes, de fragmentos de películas y de libros, de lugares físicos y lugares comunes, de olores y sabores, de programas de televisión y de radio… que afloran, que regresan al presente, revelados sin ningún orden ni lógica por el azar o la asociación de ideas, o que, parafraseando a Perec, por un milagro son arrancados de su insignificancia y reencontrados por unos instantes, provocando unos segundos de una impalpable y pequeña nostalgia.
Jardines efímeros o la persistencia de un estímulo a través del tiempo, más allá de su presencia física; un viaje al pasado, un ir y venir por aquellos jardines efímeros por los que nunca más se ha de transitar y que sin embargo siempre permanecerán ahí.

El libro se puede adquirir en librerías y en la página web de la editorial: www.librosdeitaca.com


«DEPREDADORES DE BARRIO» - Javier Serrano

DEPREDADORES DE BARRIO


… esta mañana me he topado en mi barrio con un par de carteles pegados en sendas farolas: «se busca una niña pequeña desaparecida», y debajo había una foto de la criatura, una cría china. El cartel añadía «Hoy», sin que esto arrojara ninguna pista. Me pareció un cartel turbador y a punto estuve de hacerle una foto con el móvil, pero un pudor impreciso me impidió hacerlo. Luego, en el noticiario de la televisión, volví a saber del asunto. Era, al menos, la segunda vez que pasaba. Recordé que tiempo atrás también tuve noticia de la primera desaparición, en parecidas circunstancias: una niña desaparece misteriosamente y luego vuelve a aparecer, horas después, duchada o bañada, en un lugar no demasiado alejado y con signos de haber sido narcotizada y luego haber sufrido algún abuso sexual. La policía asegura que el cerco se va estrechando y ya trabaja con el retrato-robot del pederasta. Tres son los perfiles sospechosos que maneja: 1) un hombre alto, delgado y con el pelo canoso; 2) un hombre bajo, un poco grueso, con acento latinoamericano, calvo o con el pelo muy corto; y 3) un hombre de estatura media y con acento del Este. A la espera de saber algo más, el hecho es que el depredador sigue suelto por el barrio, y uno no puede evitar fijarse en los hombres con que se cruza, para ver si son delgados, gruesos, altos, bajos, calvos o con el pelo gris, y si tienen o no acento sudamericano o del Este…

LA LECTURA DE JEAN PIERRE


... por lo general, y por una cuestión de pudor, no me gusta publicar aquí las opiniones que otros vierten sobre la obra de uno mismo. Hoy, sin embargo, haré una excepción con la reseña que un desconocido Jean Pierre hizo sobre La jaula. 
Jean Pierre es un preso del penal de Aiton (Francia), no muy lejos de Chambéry. Ignoro los motivos por los que está encerrado, como también desconozco cuánto tiempo tendrá que pasar allí. A decir verdad, no sé nada de nada sobre Jean Pierre, pero intuyo que es un ávido lector y que, gracias a la labor impagable de esos pequeños clubes de lectura (como el Club hispanista de lectura "Punto y aparte" del Festival de Chambéry), La jaula fue a caer entre sus manos. Puedo imaginar la escena: un presidiario leyendo, dentro de la jaula que es su propia prisión, una novela que va sobre un preso, Bastián Bastián, encerrado en una extraña cárcel, circular y de puertas abiertas, donde los internos son observados todo el tiempo.
A través del análisis que hace, observo que Jean Pierre ha entendido perfectamente toda la simbología que subyace en La jaula, donde, en realidad, más que de cárceles físicas de lo que se habla es de otras cárceles más sutiles: el trabajo, la escuela, la sociedad...
Como autor, lo que me parece realmente interesante de todo este asunto, y es lo que creo que hace grande el oficio de escribir, es la posibilidad de haber podido conectar con él y ver así reconocidas las horas de solitario y silencioso trabajo que empleé en la escritura de La jaula.
En cuanto a ese lector desconocido llamado Jean Pierre, me pregunto hasta qué punto se habrá podido sentir identificado con Bastián Bastián o con cualquiera de los otros reclusos. Solo espero que, como ocurre en la novela, la lectura le haya permitido estar, al menos por unas horas, al otro lado del muro.
La publicación aquí de su reseña, escrita por él en español y que me ha llegado gracias al savoir faire del Festival du Premier Roman de Chambéry, es mi agradecimiento a las horas que dedicó a mi libro...

            «Como José K., en el Proceso de Kafka, Bastián Bastián, el protagonista de La jaula, desconoce los motivos de su encarcelación. La cárcel a donde viene a parar está ubicada en un inmenso desierto azotado por un sol de justicia. El calor es agobiante y la arena que pisan los reclusos se pone al rojo vivo durante el día. Pero lo más extraño es que esa cárcel no tiene puertas ni barrotes, y aunque está abierta, nadie piensa en escapar: "Ya te he dicho que no conozco ningún caso." asegura Aldo. No hay guardias, y los presos que hacen de vigilantes no llevan armas. Parece que se ha logrado infundir en el ánimo de los internos tal respeto hacia la ley consuetudinaria que se puede prescindir de la fuerza: "Nadie había advertido a Bastián de que dar agua a un penado estuviera prohibido, tampoco estaba escrito en ningún papel, en ningún muro. No era necesario, he ahí la eficacia del sobrentendido, la ley del silencio". Se estableció, en aquel centro, una rutina a la que todos se atienen, levantándose al son de la campana por la mañana, yendo a trabajar al taller donde manufacturan sin parar muñecas en cadena para conseguir el abastecimiento que los alimenta. Así la vida transcurre casi siempre idéntica y sin incidentes: "Todo recluso debe ser policía de sí mismo y de los demás".
            Cuando, al final, Bastián optará por salir del penal y caminar todo recto, se dará cuenta que su compañero Aldo no le engañaba al decirle "Ahí fuera no hay nada". Descubrirá que el presidio se encuentra en una isla desierta de donde nadie puede salir. Y volverá al mundo tranquilizador de la cárcel.
            Así como en el penal "cada uno tenía su propia versión de los hechos", cada cual dará su interpretación de esta novela enigmática y apasionante. Uno puede leerla como un relato de aventuras: el descubrimiento del mundo carcelario, la fuga de Bastián, su regreso a la prisión, seguimos con interés el desarrollo de una intriga bien construida. Pero el funcionamiento tan peculiar de ese presidario nos invita a una lectura menos prosaica de las peripecias experimentadas por Bastián. La autodisciplina y la resignación de los reclusos, la crueldad del sistema penitenciario, la ausencia de porvenir y la imposibilidad de alcanzar el fin de la reclusión ("¿Deben tener término las penas?", se pregunta Fierro) levantan sospechas de que nos encontramos ante una visión metafórica. Pero es tal la riqueza de la narrativa que se puede decodificar según múltiples pautas. ¿Símbolo de la vida humana? ¿Alegoría de la culpabilidad? ¿Metáfora del infierno? Todas esas interpretaciones funcionan sin restarle un ápice al encanto de un relato poético.
            La temática carcelaria da al autor la oportunidad de plantear interrogantes sociales y metafísicos. Cuando Bastián se pregunta: "¿A cuento de qué meter a un loco en una cárcel y no en un manicomio?", alude a un problema que nunca ha logrado solventar nuestra sociedad. Cuando Fierro apunta en su diario: "Que prevalezca el orden antes que la justicia", reanuda con una alternativa que en su tiempo zanjó Goethe. Y cuando Aldo confiesa: "Soy un viejo que lleva aquí mucho tiempo, demasiado. El olvido, como el viento, ha ido devastándolo todo en el interior de mi cabeza; ni siquiera sé dónde nací o si Aldo es mi verdadero nombre, mucho menos el motivo que me trajo a esta prisión. Lo único que recuerdo son detalles pequeños, inconexos, que no sirven para nada”, ¿habla de la cárcel o de la vida? Cuando Bastián comenta la confesión de Fierro: "Cómo había perpetrado el asesinato o el número de víctimas eran detalles sin la menor importancia; lo realmente esencial era asumir la responsabilidad del hecho, el declararse culpable. Ese reconocimiento lo investía de autoridad moral en un lugar como aquel, donde todos los reclusos, sin excepción, disponían de una coartada”, parece que trata tanto de la culpabilidad del asesino como de la responsabilidad de cualquier ser humano. Y, al hablar de libertad, Bastián nos proyecta más allá de los muros de la cárcel: "A decir verdad, reflexionó, cuando alguien escribe, ¿es realmente libre?, ¿acaso se es libre alguna vez?" ¿También nosotros, no soñamos acaso con una sociedad ideal como la que describía Fierro en sus cuadernos: "Con frecuencia, Fierro se refería a una sociedad ideal que definía lo que debía ser considerado delito en función de sus propios intereses. En ella las relaciones entre sus habitantes vendrían dadas por contratos: “El hombre acepta las leyes de la sociedad, incluso aquellas que pueden castigarlo". Cuando Fierro hablaba de aquella sociedad se refería a la penitenciaría en su conjunto, pero también a otro tipo de sociedad, la de la ciudad, aquella que les era tan distante como ajena”? La conformidad con la que los presos aceptan su absurda detención y el modo de vida que se les impone ¿no se parece al fatalismo con el cual nos conformarnos con las normas de una sociedad cuya finalidad se nos escapa? Mirándolo bien, ¿no es nuestro vivir una condena que acabamos aceptando con el mismo fatalismo que los compañeros de Bastián?: "Los que llevamos más tiempo sabemos que jamás saldremos. Por extraño que pueda parecer, eso nos tranquiliza.”
            Finalmente, es Fierro quien saca la conclusión filosófica de aquella deriva de una nave de Iocos: “Tú, yo — prosiguió — algún día nosotros tampoco estaremos aquí. Estos muros seguirán en pie y el viento continuará soplando. Nadie nos recordará. Tantas ganas de vivir; tanto afán por trascender, todo ese esfuerzo por conocer, por hacer... y luego..."
            Escrita con elegancia, esta novela fascinante y desasosegante da mucho que cavilar y reflexionar. Sus personajes quedan grabados en la memoria y no dejan de formularnos unas preguntas esenciales.

Jean Pierre

"ME ACUERDO" - JAVIER SERRANO


... ME ACUERDO
619-Me acuerdo de algo que pasó ayer en el autoservicio Dia de mi barrio. Delante de mí, en la caja, una madre con un carro con un bebé dentro y otro niño al lado. La mamá ha desplegado todos los artículos comprados y se dispone a pagar. Suena la alarma, algo ocurre con su compra. Todos se preguntan qué está pasando y la madre es la primera en interpelar a su hijo si ha cogido algo y se lo ha escondido. Varios pares de ojos, incluido el mío, convergen sobre el crío, convertido ahora en sospechoso, que no entiende nada de nada, al tiempo que su madre se sonroja y se excusa diciendo que hace un rato el muchacho se fijó en una bolsa de caramelos. Jamás había hecho algo así, añade. La cajera anima, en tono paternalista, al chaval para que si ha cogido algo lo devuelva. La madre: ¿no querrás ser un chorizo? El niño, frunciendo el ceño y sin comprender de qué se le acusa, se defiende: Yo no he comido chorizo (sic). Llega la superintendente del Dia (o sea, la otra empleada (solo hay dos)) y somete al crío a una prueba pericial: a ver, niño, entra y luego sal. El crío obedece y no salta la alarma. ¡Inocente! Disculpas por ambos bandos, sonrisas. A veces salta la alarma sola, arguye alguien, mientras la tranquilidad, una tranquilidad low cost, vuelve a instalarse en el Dia...


¿QUIÉN FUISTE EN TU VIDA PASADA?



... ¿QUIÉN FUISTE EN TU VIDA PASADA?
Alentado por Alberto Masa, me he metido en una página que anuncia a bombo y platillo: «¿Quién fuiste en tu vida pasada?». Como, efectivamente, quiero saber quien fui, he tecleado mi fecha de nacimiento, sorprendido de que con tan magra información se pueda acceder a vidas pretéritas. 
He aquí el resultado (transcrito tal cual):

«DIAGNÓSTICO:
No se como te sentirás, pero tu fuistes mujer en tu última encarnación.
Tu nacistes en algún lugar cercano al territorio de/l Norte de Canadá aproximadamente hacia el 925.
Tu profesión fue de: marinero, lider, hombre de negocios, corredor.

Una breve descripción psicológica de tu vida pasada:
Persona bohemia y misteriosa, altamente dotado, capaz de entender las antiguas escrituras. Habilidades de mago, pudistes ser un sirviente de las fuerzas oscuras.

La lección que te dejó el pasado para hacerla real en la vida presente:
El tímido, solitario, la gente segura de sí mismo está por todas partes, y tu problema -- es superar estas tendencias en ti mismo y despues ayudar a la gente».

Así que, ahí lo tenéis: esa FUI yo. Al menos, en mi última reencarnación. Ya solo me resta saber quién SOY actualmente.

"ME ACUERDO" - JAVIER SERRANO


573-Me acuerdo de esos hombres, a menudo gitanos, que pasaban por la calle gritando: «¡Ha llegado el chatarrerooo! ¡El chatarrerooo ha llegado, oigaaa! ¡El chatarrerooo, ha llegado el chatarrerooo!». El tapicero utilizaba una fórmula similar, pero sustituyendo «chatarrerooo» por «tapicerooo», mientras que el melonerooo gritaba lo de «¡Vaya meloneees que llevo hoy, señora!». Con todo, yo prefería la elegancia del afilador de cuchillos y tijeras: subido a su bicicleta, anunciaba su llegada con la melodía de un chiflo.


"ATENAS, DESDE EL AIRE" - JAVIER SERRANO



ATENAS, DESDE EL AIRE

Un músico griego y su madre
De noventa años y
Enferma de alzheimer
Suben a lo alto de un edificio
Acuciados por los acreedores
Hienas armadas con legajos
La Ley
O el hombre legislando
Contra el hombre
¿Qué hacer?
Se pregunta el músico desesperado
Piensa en componer una canción
Un agónico canto del cisne
Pero ni siquiera las musas le fían
En cuanto a la madre
Hace tiempo que decidió
Evadirse de todo
Parapetarse en la demencia
No hay mejor refugio
Que el olvido
El hombre agarra a su madre
Y se acerca a la cornisa
No habrá más miedo
En sus rostros
Contemplan Atenas por última vez
Al fondo, la Acrópolis
 “Aquí empezó todo”
Dice el músico
La mujer no reconoce
Nada de sus palabras
Tampoco esa ciudad vieja y sucia
Que se extiende bajo sus pies
Durante unos breves segundos
Tomados de la mano
Parecen volar
O eso cree él
Son solo unos segundos
De éxtasis aéreo
Luego vuelve a imponerse
La lógica de los mercados

                    A Antonis Perris y su madre, in memóriam

"PERVERTIDOS" - EDITORIAL TRASPIÉS


Siguiendo la estela que marcara la obra "Perversiones", ya está en la calle el libro "PervertiDos", de la editorial Traspiés. "PervertiDos" es una panoplia de parafilias que reúne a cuentistas e ilustradores en torno al mundo no siempre bien comprendido de la desviación sexual. Candalagnia, dacrifilia, troulesismo, grafolagnia, keronismo y muchas otras.
Aquí va mi contribución, un pequeño relato que versa sobre una de mis pasiones: el misterioso y diminuto mundo de los insectos.

"SIMBIOSIS"
Javier Serrano

Ella era más de caracoles, de sentir la untuosidad de su baba hermafrodita mientras copulaban lentamente sobre su vulva caliente y húmeda. Él, por el contrario, prefería las hormigas, el tacto liviano y febril de sus patas, las antenas nerviosas explorando la superficie de su pene, las mandíbulas mordisqueando su glande impregnado previamente de azúcar. Los amantes no se tocaban, les bastaba con permanecer así, mirándose el uno al otro y dejándose hacer. Los orgasmos de él se producían cuando alguna hormiga se aventuraba al sur de su perineo. Orgasmos que describía luego como descargas eléctricas. Los de ella, en cambio, tardaban más en llegar (a veces horas), pero luego se sucedían uno tras otro, en forma de cascada incontenible. Concluido el acto, ambos amantes se quedaban dormidos. 
Durante algún tiempo fueron felices, amándose a su manera, ajenos al trabajo incesante que las hormigas obreras llevaban a cabo en el interior de él. 
Años después, una noche, tras una lluvia copiosa, la mujer pudo observar cómo un enjambre negro metalizado de hormigas aladas emergía de la boca de su compañero y luego se echaba a volar, dibujando un insólito vuelo nupcial en el que la hormiga más grande (la que supuso que sería la reina) se entregaba a una orgía aérea con las otras. Poco después de que la reina cayera, exhausta, y comenzara a arrancarse las alas sobre el cuerpo dormido del hombre, la mujer se levantó, en silencio, se vistió y se marchó.

"LA ECUACIÓN DE DRAKE" - JAVIER SERRANO

El radioastrónomo estadounidense Frank Drake
La ecuación de Drake o fórmula de Drake fue ideada por un radioastrónomo estadounidense de nombre cuasipirata, Frank Drake, para intentar estimar la cantidad de civilizaciones existentes en la Vía Láctea susceptibles de poseer emisiones de radio detectables. Drake partía de la idea de que para poder emitir una señal de radio es necesario que previamente exista una cierta capacidad de pensamiento y desarrollo tecnológico, lo que indicaría que estamos ante una civilización "inteligente". En 1974 el radioastrónomo envió un mensaje cifrado, casi una botella con un mensaje dentro, al espacio infinito por si alguien pudiera decodificarlo.

La fórmula de Drake:
N = R × fp × ne × fl × fi × fc × L

Incluye parámetros como el tiempo y otros tan difíciles de cuantificar como el número de estrellas o el número de planetas apropiados para la vida. Quizá por ello, la ecuación de Drake ofrece resultados muy distintos, desde una sola civilización (¿la nuestra?) a diez millones. A la vista del resultado, me pregunto si es muy inteligente intentar calcular el número de civilizaciones que hay en la Vía Láctea, o incluso escribir sobre ello.
Y mientras tanto, Frank Drake sigue esperando, aferrado a su telescopio, ese catalejo descomunal, por si llega una respuesta...